Pateando piedras
Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle
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Padre Hugo Tagle
Jorge González, de “Los Prisioneros”, dijo que le daba pena que tras 30 años de la célebre canción “El baile de los que sobran”, ésta se siguiera cantando. Sí, entre la multitud que legítimamente se ha plegado a las manifestaciones, sobresale, triste y violento, eso que se llama peyorativamente el lumpen, grupo de jóvenes entre 18 y 25 años, que no tienen nada que perder, sólo la vida. Y eso, les importa poco.
“Únanse al baile de los que sobran /Nadie nos va a echar de más / Nadie nos quiso ayudar de verdad”, dice la canción. Esa masa amorfa de jóvenes son un subproducto de un sistema que no supo –no supimos– integrar. Pensamos que todos encontrarían un espacio, pero no fue así. No pasan hambre ni están mal vestidos. Tienen celular y seguro hicieron varios años de colegio. Pero los fuimos marginando, casi como una fatalidad innecesaria.
Recordemos a los cientos, miles de niños, ahora jóvenes, que salen del Sename, otros de familias disfuncionales, dejados a la deriva, acumulando rabia, que veían que sus esfuerzos, los de sus padres, poco y nada bueno les traían. Y, si había progreso, era lento, demasiado lento para ellos. Junto con combatir con todo el peso de la ley los desmanes y violencia, debemos abordar las raíces de esta violencia y sanarla, si no queremos que se repita.
Pero algunos se aprovechan de esa suerte de “victimización” para su prepotencia, cobardía y vandalismo. Como si se tratara de un juego macabro, como se ve en imágenes y videos. Varios han recibido mucho más que otros que jamás optarían por el vandalismo. Pero en esta amargura aprendida han canalizado su rabia destruyendo y saqueando.
Tanto más indigna que políticos, a través de sus discursos y silencio cómplice, alienten un camino violento. Es de esperar que la ciudadanía sepa evaluar severamente su mal desempeño en las urnas, como es en toda democracia. En estas eternas semanas, ha quedado en evidencia la falta de vocación democrática de varios congresistas. Sus rencillas, distancia, falta de empatía, desconexión de la realidad, así como mezquinos cálculos políticos, nos han llevado a esta tragedia.
¡Hay tiempo para enmendar el rumbo! Que esta nueva semana veamos luz en el horizonte. Confío en un decidido apoyo ciudadano a las autoridades para restaurar el orden necesario y así, con prontitud, implementar los cambios sociales urgentes para ese Chile justo y próspero que anhelamos.
Que nadie nunca más pueda decir que “lo dejaron pateando piedras”. Que esa excusa desaparezca y sólo quede en la triste melodía de un pasado que no se puede repetir.